miércoles, 13 de febrero de 2013

Los Araras en Cuba (2)


FLORENTINA ZULUETA
El que sería el amo de Florentina, Julián de Zulueta y Amondo, Marqués de Álava, era un reconocido mercader de esclavos. Estaba el peninsular entre los que manejaban el contrabando humano del Caribe y del sur de Estados Unidos. Sus intereses se expandían. Tenía oficinas en Nueva York, el sur de la Florida y una agencia en Londres. Este negrero era a la sazón Coronel de Voluntarios y ostentaba la Gran Cruz de Carlos III, la que llevaba anexo el tratamiento oficial de Excelentísimo Señor. Uno de sus principales intereses era el arrendamiento de negros, lo que suponía una fuerte actividad lucrativa. Era de una implacable ferocidad, y se menciona como uno de los primeros esclavistas de Cuba.


Durante la década del 50 del siglo pasado, Zulueta se incorporó al negocio de importar niños esclavos. Y no podemos dejar de consignar que fue uno de los promotores del tráfico de chinos.
Verdaderamente impresionante era la actividad de este hacendado, quien llegara a fomentar una de las más sólidas fortunas del país. Moreno Fraginals señala la importancia de estos inescrupulosos comerciantes afirmando: "Si hay un personaje capaz de simbolizar la primera mitad de nuestro siglo XIX, éste es el negrero".

Durante la década del 60 de ese definidor siglo, Zulueta adquiere dos caballerías de la hacienda "Altamisal" (partido de las Jíquimas), para fundar, en tierras de lo que hoy es el Municipio de Perico, el ingenio "Arguedas", que fuera una rústica edificación industrial. Muy cerca se levantó el barracón de los esclavos, con paredes de cantería, techo de tejas y piso de tierra.
En 1863 dio cobijo al primer asentamiento arará.

Este año se inserta dentro de la segunda etapa de la sociedad esclavista, en la cual decrecen los factores que la caracterizaron . Es el momento en que Julián de Zulueta es un verdadero monopolista azucarero, forma parte de la dirección de la Junta de la Deuda del Tesoro, y más tarde, preside el Círculo de Hacendados . Por esta fecha el presidente Lincoln proclama la abolición de la esclavitud en Estados Unidos.

Entre las altas cañas y el dulzor de las mieles fue bautizada la princesa dahomeyana que formaba parte de la dotación. Na-Tegué no comprendió la ceremonia, pero el nombre blanco le durmió las manos.

Sería para siempre, Florentina Zulueta.


EL INGENIO “ ARGUEDAS “
Al Avemaría (8) los esclavos formaban en silencio. El nuevo contramayoral (9), Catalino Miranda -proveniente del ingenio "San Martín"- era uno de esos hombres detenidos en el más salvaje primitivismo. De mano dura; abusos y desmanes lo tuvieron siempre por padrino. Con sus ojos cervales, el mulato Catalino vigilaba cada movimiento de la dotación. Sonreía estúpidamente mientras jugaba con su "cascara de vaca"(10) . La tarde anterior se había cebado con Luisa Yebú." Antes lo había hecho con Francisca Agua-Ti.(12)

Estaba seguro el hombre de confianza de Zulueta que había nacido para mandar. Pero lo que no podía comprender Catalino Miranda era el porqué los negros inclinaban ligeramente la cabeza al encuentro con Florentina. Para él todos eran iguales: negros esclavos. El respetuoso gesto ante su princesa escapaba a este grotesco personaje.

Las espigas de lipia se ofrecían al vuelo de las abejas.
El burdo vestido de esquifación (13) no impedía la serena dignidad. Movíase como una brizna más, abandonada. La halagaba el zureo de la rabiche, el aire entre las cañas. La tez de un bermejo puro, estaba hecha del aceite de la madrugada; y se había perfilado entre vuelos de mariposas y pétalos y fibras y cantos enardecidos.

Cerca de las argollas de cobre, las marcas tribales de los ararás: una raya ancha a ambos lados de la mejilla, dos más pequeñas en las sienes, y tres, verticales, en los hombros. Pero eran los ojos emboscados lo que más impresionaba. En los ojos de Florentina Zulueta hacían noche los más altos jazmines que la lluvia permitiera. Copiaban frondas, humos, ráfagas. Habían detenido el tiempo, las lágrimas, los largos silencios. En ellos todo el misterio de aquella mujer a quien los esclavos llamaban “mama” .

Entre altas yerbas de guinea y cercados de piñón , estaba el cementerio del potrero . Allí descansaban los negros . Muchos se enterraban con su vieja frazada , sin otra caridad . Dicen que el primero en inhumarse allí fue Simón Tote-Gué (14) . Los esclavos aseguraban que por esa razón se había convertido en un espíritu poderoso .

Tal vez lo más triste del ingenio era ese lugar , donde la calma presidía hasta las tardes en que llegaban los mayitos . Sin cuidarlas , campanillas moradas se esparcían , recibiendo solamente la savia nutricia de los ararás

DASOYI
A la sombra de la chirimoya o en la tierra sembrada de apasote regusto descansar el humilde llagado. Por antiguos caminos se muestran sus pantalones de saco, su camisa de sarasa (15) y los varios colores del chal en la cintura. Mueve el ajá (16) con la misma mano que bendice a sus hijos. Médico y guerrero, Dasoyi es la fuerza principal de la Regla Arará. Se le invoca con profundo respeto:
                                             
San ó ecum pa é
Oguiso.
Má de de má.
Son ó ecum pa é
Oguiso.
Má pe de má (17)

Cuenta Dasoyi con diez y siete caminos para manifestarse Aggidai, el mensajero, es uno de los más importantes.

También Dasoyi puede ser Agrosometo, Osumayayá, Daida, Ofido, Adrapete, Emergundé y Agramano. También es Son-Ponná.En Matanzas se le nombra Azoyi;y en el asiento de los Baró en Jovellanos, es conocido por Alúa, y también como Ojundegara

Sin embargo, en esta localidad matancera, en la Casa-Templo de Marcos Zulueta, se le designa como Afrimaye Ganayú. Algunos viejos practicantes del culto en Perico le dicen Azojano Otra deidad identificada con Dasoyi es Omolú. También este fodú puede ser Awó Aggrónica o Sódyi.

El culto popular a San Lázaro, el de los perros y las muletas tiene sus raíces en esta poderosa deidad arará, venerada por los yorubas bajo la advocación de Babalú Ayé; por los viejos lucumís como Yonkó o Sánalo(18); por los bantúes, como Coallende (19) ; y con el nombre de Yerbé por los gangás y mandingas.

Todos los fodunes como amiguó, que se hace cocinando los frijoles negros hasta que queden secos, muy espesos y cuya única sazón consiste en abundantes ruedas de cebolla blanca y mucho aceite .

En las fiestas tradicionales del 30 de abril, en el poblado del Roque, Municipio de Perico, se ofrece esta típica comida de origen arará, y tiene verdadera aceptación popular.(20)
Con la misma mano que se humillara, alzóse el machete. Ya no sería más la sombra suplicante. Ahora, en la merecida libertad, ofrecería su vida por la causa de Cuba.
                  
En un ingenio azucarero, en la región oriental, se proclamo la igualdad de todos los hombres, en una mañana donde los misterios más puros del alma se cumplieron(21) . Pero al occidente la emancipación no pudo llegar. En el "Arguedas” , Catalino Miranda continuaba "meneando el guarapo"(22); mientras en la terrible oscuridad, Florentina Zulueta pedía a Mase (23) por la suerte de los esclavos.                                      .

El 13 de febrero de 1880 el Rey Alfonso XII firmaba el decreto que, en su artículo primero, determinaba el cese de la esclavitud en la isla de Cuba. "La forma más ruin y desvergonzada de avasallamiento del hombre" -según Carlos Marx- fue virtualmente liquidada seis años después.

En 1894 Martí avisoraba proféticamente: "Pero institución como la esclavitud es tan difícil desarraigarla de las costumbres como de la ley. Lo que se borra de la constitución escrita, queda por algún tiempo en las relaciones sociales".      

Por algún tiempo los negros siguieron constituyendo la principal fuerza de trabajo del país. Muchos de los que fueron esclavos permanecieron en los ingenios. Sus vidas estaban hechas. A su alrededor fue creciendo la infamante discriminación, el desprecio. Señalaba Cepero Bonilla que "la desaparición de la esclavitud no liquidó el racismo" y que "el odio de razas fue un factor actuante en nuestro proceso histórico” .

Las raíces de "la patria perdida"(24) se iban a ahondar en la nueva patria. Habría que esperar por la luminosa primavera.
Parte considerable de los ararás del "Arguedas" se asentaron en el hoy Municipio de Perico. (En aquella zona, durante la Guerra de los Diez Años, se estableció un cuartel muy cerca de la bodega de Perico; quien, asesinado en 1874 dejó su nombre en herencia al lugar) Allí fundaron -en 1887- la Sociedad Africana de los ararás, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes, y Florentina Zulueta era la cabeza principal . Fue necesario adoptar, como patrón, algún santo católico afín a la deidad africana, para burlar la prohibición de las autoridades coloniales de formar cabildos.

La Sociedad Africana, como muchas organizaciones de esta naturaleza, no sólo constituía un baluarte del culto para sus celebraciones religiosas, sino que conformaba un instrumento de socorro y ayuda económica para financiar situaciones imprevistas de cualquiera de sus miembros. Existía un ejecutivo y los gastos se sufragaban con las recaudaciones obtenidas Fueron entidades que enfrentaron un medio francamente adverso.

Cuando fallecía un miembro de la Sociedad, sobre su féretro se colocaba una bandeja para depositar dinero. Éste sufragaría los gastos del entierro y ayudaría a la familia del difunto.
En esta Sociedad se tocaba y bailaba arará, lucumi y francés ".(25) Fue asiento de todos los africanos, que la tuvieron como un verdadero santuario.

Todavía sobreviven los restos de este cabildo colonial convertido en simple "Casa de Santos", donde se ejecuta la música arara, se baila y se reverencian sus fodunes. Según Martínez Furé, allí se conforma una subcultura que se diluye "en el gran cauce de lo nacional".       












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