lunes, 16 de julio de 2012

Más sobre la Sociedad Abakuá en Cuba

 
Los Ñáñigos, como suele decirse a los abakuás, juran Ekue como los santeros se hacen Santo y los paleros se rayan. Cuando un individuo se consagra, jura cumplir sus 7 mandamientos, que son los artículos de su ley. Si los incumple dentro de la Potencia, su justicia lo condena. No importa que sea ladrón o asesino mientras no peque contra su ley. El proceso de transculturación las afectó además de los oportunistas antisociales que se aprovecharon de los principios básicos de ayuda mutua y protección para escapar de la persecución, y nutrieron sus filas de delincuentes. Aunque la secta cuenta con muchos adeptos honestos que buscaban en la organización una realización personal que la sociedad les negaba. Entre sus integrantes se encuentran muchos mayomberos, santeros, hasta los que se dicen católicos, porque no tienen necesidad de apartarse de su creencia original.


En 1863 se fundó en Guanabacoa, por Andrés Petit, la primera Sociedad Secreta Abakuá integrada por blancos y mulatos llamada Akanarán Efor, lo que trajo problemas con los originales integrantes que eran todos negros, de ahí las trifulcas históricas entre reglanos y guanabacoenses, especialmente en las fiestas patronales. (Lydia Cabrera dice que se fundó en La Habana, por los documentos que encontraron en dicha ciudad, pero lamentablemente los archivos del Registro Civil de Guanabacoa se perdieron en un fuego y lo que se sabe al respecto es por trasmisión oral y por las rencillas que quedaron).
El ñañiguismo llegó a representar el mal, se le atribuían todas las violaciones de la moral y adquirió tamaños alarmantes, por eso se promulgó un decreto el 27 de agosto de 1876 que prohibía en absoluto sus reuniones. Por ser una secta secreta está rodeada de misterios, sus seguidores eran constantemente perseguidos y detenidos sufriendo amenazas, torturas y sobornos para tratar de saber qué encerraba la misma. Es en 1882 que por primera vez se divulgó en la prensa datos generales de la organización, pero fue Lydia Cabrera la que los envolvió en un manto más benigno al penetrar con sutilidad en esa secta tan intrínseca que a toda costa ha querido conservar sus misterios. Su libro Abakuá es una joya literaria donde se describe con detalles los ritos y las leyes de esta agrupación
Como su dialecto era fácil, nuestro pueblo ha incorporado muchas de sus voces a nuestro léxico vernacular.
  • Tángana = riña, agresión, altercado.
  • Ñampear = matar.
  • Ferembeke = rasgo gallardo, gesto valeroso.
  • Simiñocas = visiones.
  • Ecobio = camarada.
  • Sángana = paciencia.
  • Chébere = corrientemente oímos en la calle por bonito, bien, bueno, gracioso, elegante, hasta los extranjeros la aprenden, pero en su primera aceptación Chébere es el ñáñigo por autonomasia, el chébere Monina tan echao pa’lante, guapetón, jactancioso, impulsivo.




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