domingo, 15 de mayo de 2011

Ingenio. por cuenta propia

   Don Fernando Ortíz, al referirse a lo genuinamente cubano, fue tácito: "Se ha dicho en repetidas ocasiones, que Cuba es un crisol de elementos humanos (...) Hagamos mejor un símil cubano, un cubanismo metafórico, y nos entenderemos mejor, más pronto y con más detalles: Cuba es un ajiaco."
   Pero. el observador podría argüir: ¿y qué es un ajiaco? Es guiso típico del pueblo Taíno al cual los colonizadores añadieron novedosos ingredientes, y luego fue enriquecido con los elementos de la cocina africana; saborizado por las especies orientales; amortiguado en el tiempo por la causticidad de los franceses y rematado por la  simplificación del horno anglosajón.

   Tal guiso es Cuba. Pero no hecho del todo sino, al decir de Don Fernando, en constante cocción.    Andar en estos días por las calles habaneras me ha devuelto la memoria a la infancia, por la barriada de Jesús María y sus hermanas de adyacentes. Al ritmo de los tiempos que se viven he visto renacer la chispa y originalidad del criollo. Refranes, ingeniosos carteles sobre tal o más cuál producto, pregones.
   Poco a poco, sin sentirlos, en lento desplazamiento por todos los recovecos citadinos, abren su espacio: algunos más originales, otros poco creativos. pero todos, de una u otra forma, devuelven al cubano
ese gracejo que parecía perderse en las modernidades de Internet, los celulares y otros adelantos cibernéticos, ¡y del vestir! Señores, sin ambages, en Cuba siempre hubo calor.
   Pero al tema: han retornado y en nada riñen con la modernidad. Hace pocos días, cierto amigo con el cual conversaba, se lamentaba de la distancia que debía caminar bajo este abrasante e inusual sol de mayo
para reparar su cocina. El creativo pregón solucionó el problema: "Se arreglan cocinas de gas". Al tiempo, ya el hombre preparaba su guiso.    Así sucede con los colchones, restauradores de muebles y otros enseres.
la gama es vasta. También ocurre con los alimentos a domicilio: el maní, los pastelitos recién horneados, el yogurt natural, las cremitas de leche. manera honrada de sudar el cotidiano sustento.
   Quienes han optado por abrir su cafetería o "paladar" pues han asumido nombres hasta de telenovelas, como "El resplandor"; el de tiendas: "Alborada" y hasta optan por sus propios apelativos o mote. Un ejemplo: "Caqui, la del cuadrante". La oferta, para todos los gustos y bolsillos, desde sofisticadas pizzas, caldosas, arroz frito o bistec. hasta el humilde pan con mayonesa.
   ¡Ah!, pero el ingenio, ese nadie puede arrebatárselo al cubano quien "las inventa en el aire", al decir popular.
   Hace par de semanas, con dos colegas de la redacción, desandábamos por Centro Habana y nos detuvimos a consumir algún refrigerio. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando, después de recorrer la humilde tablilla de las ofertas, aprecié esta gama de sugerencias que le ofrezco a continuación:
   "El ajonjolí, es rico en calcio". "La calidad hace olvidar el precio". en evidente promoción a la oferta. Pero el asunto no es tan simple, pues había carteles de corte filosófico, como les ilustro: "Es mejor ignorar una cosa, que saberla mal". "La pereza, trae pobreza". Para rematar, este genuinamente comercial: "El que fía, no vino hoy".    ¿Es o no genial el cubano? Y si al principio hice la regresión a mi infancia -no tan distante señores- es porque tornaron a la mente ciertos personajes capaces de desplazar a cualquier emisora radial: los voceadores, lamentablemente en franca extinción.
   En su empeño por vender los periódicos, eran capaces de "inventar" sobre alguna noticia en página, sobre todo en materia de política o crónica roja.
   Por la calle Cárdenas transitaba aquel negro, largo, enjuto. cuyo apelativo era "La sombra", pues aparecía de manera inesperada. En cierta ocasión, para liquidar rápido la carga de periódicos, a tenor de la muerte de un asiático en lo que se presumía suicidio, pregonó a voz en cuello: "Muerto un chino en la calle Zanja al tragarse la pelota". Anduvo como tres meses perdido del barrio. 

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